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" Viejas... pero buenas Ideas".

" Viejas... pero buenas Ideas".

Los 3 sacerdotes

Tres sacerdotes que se ordenaron el mismo día habían sido compañeros de estudios, habían discutido sus dudas de vocación y quisieron perpetuar su amistad del acontecimiento y el compañerismo; juntándose en cada aniversario de aquella fecha a comer, departir, cambiar impresiones, recuerdos y afianzar sus lazos de amistad.
Era el quinto aniversario: El primero en llegar al sitio convenido, era un humilde Sacerdote, en una bicicleta media destartalada, su ropa y zapatos eran muy pobres y sólo resaltaba su cuello duro y redondo, que le daba un aire a misionero y que lo demostraba con su humildad y pobreza.

El segundo en arribar con más aspecto eclesiástico se bajó de un auto modelo antiguo y mejor vestido que el primero. Se veía que Diosito lo había ayudado más que al primero en el desempeño de su ministerio.

Pero el último que llegó: venía en un coche último modelo, vestía traje negro de casimir inglés y parecía más un Canónigo que un Presbítero. O sus parientes era gente rica o en su parroquia eran muy caritativos con él, llegó hasta sus compañeros y tomó asiento.
Después de los saludos y parabienes empezaron a comer, a platicar, con las copitas, que, en esta ocasión, no fueron del vino de consagrar, se alegraron los ánimos y el vinito despertó en ellos el agradable perfume de la conversación. El aroma de las nostalgias. El olor de los sentimientos, de las verdades y de las comparaciones.

En ese momento el más pobre de los tres y como sobremesa, se animó a preguntarles a sus hermanos:
- ¡Oigan! Amigos, hermanos y compañeros –les dijo- ¡Denme la receta!
¿La receta de qué? –preguntó uno de ellos-.
-Veo con agrado, que Dios ha socorrido a ustedes más que a mí, tenemos Parroquias más o menos de la misma importancia y sin embargo, mírenme: A mí no me ha socorrido como a ustedes –y agregó- ¿Me quieren decir cómo le hacen? -dijo suplicante-.
El efecto del elixir, del compañerismo y amistad, había mareado un poco al Sacerdote del cochecito antiguo, movido a compasión por su compañero pobre. Indulgente, amable y benévolo, le pregunto:
-Dime: mi buen compañero de infancia, ¿Qué haces con las limosnas que juntas?
Las junto todas al fin del domingo –contestó- las pongo en una charola, tomo de ahí para mis alimentos y lo demás las dedico al Culto de Dios. ¿Tú qué haces? -preguntó ansioso de saber-.
- ¿Yo...? -dijo el del cochecito viejo- te daré mi secreto: también junto todas las limosnas de cepos y alcancías, más las que los feligreses dan y las pongo en una charola. Luego: tomo un gis y ya solito en la Sacristía, pinto en el suelo un círculo. Si mi necesidad es chica, uno chico y si mi necesidad es grande, “un círculo grande”. Tomo la charola, me paro junto al círculo y le digo a Diosito...
- ¡Dios mío!, los que caigan dentro del círculo, ya sabes que son míos y los que caigan fuera serán para tu culto y desde luego que los aviento hacia arriba sin mucho esfuerzo –aclaró con risita picarona-. Ya vez amigo mío –continuó diciendo el del círculo- Él me ha querido socorrer y he podido comprar mi carcachita.
El sacerdote del coche último modelo, oía: pero no decía nada y sus amigos tomaron la iniciativa.
- ¿Y tú? - le preguntaron los dos al mismo tiempo- ¿Cuál es tu secreto?
El elegante Sacerdote permanecía mudo y sin soltar prenda: los veía primero a uno, luego al otro, sin dar o decir palabra. Y... por fin habló:

- ¡Bueno! –dijo decidido-. Compañeros y amigos de infancia, comprenderán que yo también me sostengo de las dádivas y de los donativos. Igual que ustedes, los junto en una charola y también igual que ustedes, espero estar solo en la Sacristía... ya en la noche...El Sacerdote calló por un momento, se veía que dudaba descubrirse, pero ante la mirada interrogante y de reclamo de sus grandes amigos que impacientes esperaban...
-Tomo la charola -dijo por fin- me paro en medio de la Sacristía. Yo no pinto círculo en el suelo y al aventarlas hacia arriba le dijo al Señor: - ¡Señor! Agarra las que puedas, porque las que caigan; son mías.

Moraleja: Cuando llueva el Maná del Cielo, saca tu vasija más grande, porque Maná y Moneda, llueve todos los días.

La intención de este libro es aventar muchas, pero muchas ideas recopiladas en días aciagos y tristes. En días de triunfos y aciertos. En días de fracasos y sinsabores.
Agarra las que puedas amigo Asegurador, porque las que queden en el libro seguirán siendo mías...Las que no pesques, serán de otros.

Este libro es como un termómetro, medirá el éxito de cada uno. Entre más ideas pongas en práctica de este libro, más subirás.

Don Heliodoro Lomelí Quezada
QEPD

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